Muy adelantado a su época en diseño, suspensión, discos de freno a las 4 ruedas, instrumentación futurista... Aunque eché en falta la servodirección y para mi gusto: una frenada más progresiva.
De escasa potencia y menos respuesta aún, comparado con sus coetáneos R12 o Seat 124. Aunque en carreteras bacheadas y con curvas era imbatible.
Bebedor insaciable de aceite y "goloson" en gasolina. Era el único coche junto al Dyane 6 y el 2 CV que incorporaba un sitio en el vano motor para "acomodar" la lata de aceite "Total ".
También era muy recomendable llevar una garrafa de LHM, pues era su costumbre las perdidas hidráulicas por los latiguillos de suspensión y dejar algún "charquito" detrás de alguna rueda.
Complicada mecánica para la época y nulo interés formativo por parte de la marca a los mecánicos generalistas. Llevándola al abismo.
Sustituir las pastillas de freno delanteras era un calvario, tumbado encima del motor con los pies escolingando por el parachoques.
Y el cambio de discos?... Había que retirar las transmisiones de la caja de cambios, porque iban intercalados entre los palieres y la transmisión.Si compañeros, eso estaba en el vano motor.
Era mas fácil sacar el motopropulsor. Muy parecido a las intervenciones actuales en el C6, que para cualquier avería es necesario.
La firma del Chevrón ha seguido su tradición de "Mecánica imposible para legos"
Cambiar un tubo de escape suponía extraer el motor. Menos mal que a un "recambista" avispado se le ocurrió la idea de "partirlo por la mitad" (la famosa "metralleta"

) y minimizar así la mano de obra.
Cambiar por rotura (cosa frecuente) la correa del alternador, era complicado. Había que separar el ventilador del motor, nada menos que con un tubo de 2 metros y un vaso de 46mm. En fin...
El cambio de bujias era muy difícil por la disposición e inclinación de los cilindros, siendo frecuente cargarte alguna rosca.
Los recambios originales eran intocables. Un solo faro te dejaba la cartera temblando.
Compré un GS Club en el 78 con mucha ilusion y que vendí con mas aún al poco tiempo. Con Infinidad de problemas (no tantos como el C6). Pero suficientes como para no querer oir hablar de Citroen en años. Como olvidarlo!!!!!
Ese "Engendrin", aparte de vaciar mi bolsillo y mi paciencia, despertó a la fuerza mi interés por las auto-reparaciones, haciéndome casi, un experto mecánico Citroenero.
Era un coche "pensado" para no tener que ser reparado nunca, más allá de unos cuantos cambios de aceite y algunos neumáticos. Un "Pret a porter" como diría algún modisto Galo. Y de ahí, al desguace
Es la mejor radiografía que he podido hacer de mi Citroen GS.
Amen
